Ya el pasado europeo el equipo dio unas muestras de debilidad que nunca había mostrado en los últimos años. Ya se dejaron ver fibrolidades, individualismo y problemas en la dirección tanto dentro como fuera de la pista. Ya empezamos a parecer una banda. Y ayer, mostramos al mundo nuestra peor cara ebn años. Posiblemente desde el angolazo de las Olimpiadas españolas.

Desde hace unos años hemos conseguido reunir la mejor generación conocida de jugadores de baloncesto españoles. A jugadores consagrados se les han unido promesas u otros en fase de consagración. A jugadores con una calidad extraordinaria, se le había unido la garra, el ansia de ganar y de mejorar y, sobre todo, LA SENSACIÓN DE SER UN EQUIPO y jugar como tal. Espíritu que nos había consagrado y del que tomó el relevo nuestra selección nacional de fútbol (para nuetro gozo y deleite).

Ese espíritu de raza de superación lo siempre lo he llamado Espíritu Jiménez. Y a ese manera de actuar se le unía una dirección que no se dejaba notar demasiado y que permitía  los jugadores entregarse y demostrar su valía en la cancha.

Todo esto ha desaparecido. Desde la llegada de Sergio Scariolo como seleccionador y entrenador de estos muchachos, el juego se ha re¡sentido, han aparecido las individualidades, la defensa suele ser de risa, los jugadores no se ven unidos ni a gusto. ¿Qué ha hecho este técnico italiano? Nadie lo sabe, pero está acabando con el juego y con el equipo.

¿Cuál es el problema real? El problema es que posiblemente -como antes afirmaba- estemos ante nuestra mejor generación de baloncestistas de nuestra historia y se ha dejado en la mano de un entrenador que ya dejó muchas dudads en su primera competición (a pesar de que finalmente salieramos camapeones: Europeo pasado). Y sin embargo, este señor ha sido contratado nada menos que por un ciclo olímpico. Algo que no se hizo con ninguno de sus antecesores. El problema por tanto puede ir a más y puede estropear tanto el juego de nuestros jugadores que perdamos la oportunidad de ser los mejores, o estar entre ellos, durante muchos años seguidos (los que ya llevamos y los que vendrían si todo se hiciera bien).

Gracias Scariolo. Gracias, Sáez. Espero que sepáis rectificar o saber ver dónde está la puerta de salida.

(Esperemos que los jugadores sepan qué hacer como desmotraron el año pasado).