Desgraciadamente estas últimas semanas varios casos alarmantes han saltado a la luz y han conmocionado a la opinión pública española. En primer lugar muerte de una bebé por supuesta negligencia de una enfermera. En segundo lugar, dos violaciones a menores ocurridas hace escasos días a manos de algunos menores de edad.
La justicia juzgará cada uno de los casos y dará su veredicto. Nos señalará a los culpables y sentenciará con las penas que les parezcan legales.
En el caso de las violaciones de las niñas ya se han pronunciado voces pidiendo que se cambie la ley del menor, que en nuestro país te permite prácticamente cometer cuanto delito quieras si eres menor de catorce años y que protege mucho a los delincuentes y llega tarde para las víctimas.
También se ha abierto ya un debate sobre quiénes son los responsables de la educación de estos menores que cometen delitos. En la mayoría de las tertulias matinales se ha acusado muy directamente a los padres y madres de los delincuentes menores españoles.
Yo pienso ir más allá…

En el caso de las violaciones podríamos afirmar tranquilamente que todos somos en parte responsables de ellas, pero dejar ese todos tan abierto, culpar a la sociedad, es demasiado infantil si queremos ser serios. Así que, a repartir por partes:
a. Los padres, madres y tutores legales son responsables legales de sus hij@s y como tales deberían actuar. Deberían por tanto, preocuparse de qué, cuándo, cómo, con quién… hace su hijo aquello que haga. Deberían intentar que todo ello, todas estas acciones que pueda llevar a cabo su descendiente sean legales y, sobre todo, morales y sociales. Deberían, asimismo, preocuparse por su educación y su futuro y ayudarles para que sea el mejor posible. Deberían… Creo que muchos estaremos de acuerdo en que casi nada de esto se da actualmente en la mayoría de las familias españolas. Por falta de tiempo, por cansancio, dejadez, pereza o cualquier otra excusa, los responsables legales de nuestr@s jóvenes no tienen ni idea de qué hacen éstos. Y a muchos ni siquiera parece preocuparles. Lo único que preocupa es que el niño pueda llevar las zapatillas más caras posibles, que tenga moto entre los primeros de la clase y que lleve el corte de pelo de moda. Tal vez se me haya ido la mano y no sean así la mayoría de padres y madres, pero aparentar -aunque sea a través de los hijos e hijas- creo que actualmente es norma. Y, recordémoslo siempre, todos aprendemos por imitación, copiamos modelos.
b. Los medios de comunicación. También transmiten valores y modelos. Los modelos actuales son vivir rápido, que no te importe demasiado el otro, acumula bienes materiales y ten todo el sexo que puedas. Además, y esto lo he comentado con profesionales de la psicología, al regodearse y dar “publicidad” a noticias de este tipo, lo que consiguen es mostrar un modelo de conducta más a los espectadores. De hecho personalmente yo les considero también responsables en parte de los asesinatos machistas que se dan en nuestro país. En Inglaterra hace ya unos años se inventaron una especie de código las cadenas de televisión por el que se intentaría no plasmar ciertas imágenes violentas ni escenas sangrientas en los informativos. Tal vez aquí deberíamos ir más allá y no sólo no mostrar las imágenes, sino tratar algunos temas (violaciones, maltrato, etcétera) de una manera menos profunda y menos diaria. Pudiera ser mejor que en nuestros televisores apareciera condena hacia esas prácticas y consejos de cómo actuar, por ejemplo, en lugar de hacer recuento diario de desgracias violentas y sacar a los familiares insultando a los acusados o prometiendo venganza eterna.
c. Nosotros mismos. En este caso creo que nos toca sobre todo a los varones. Con nuestros comentarios en la calle, sin cortarnos delante de menores, a cerca de las jóvenes que pasan. Con nuestra actitud trasnochada hacia el sexo. Es decir, mostrando, de nuevo, modelos de falta de respeto hacia la otra persona.

Alguien debe colocar una cinta roja, poner un límite a estas situaciones, en casa, en los medios, en nosotros mismos, para así no promocionar ciertas conductas que después nos hacen a todos y todas tirarnos de los pelos. Echemos una mano y mejoremos individualmente y en conjunto. Tal vez a quienes deberíamos pedirles que se mojasen los primeros sería a quienes crean y regulan las leyes, pero siempre sin olvidarnos de nosotros mismos. El hábito hace norma, aunque la norma no esté regulada.

Ahora pasemos al caso de la supuesta negligencia sanitaria que ha acabado con la vida de un bebé en Madrid. Os voy a dejar un comentario que intenté dejar en un diario nacional y que -a veces sucede- no me permitió por algún error. Días antes ya había estado escribiendo algo,  pero no lo voy a juntar todo porque me repetiría y sería bastante trabajoso y complicado. A ello… 

«Creo que en casos desafortunados como éste hay que hablar de culpabilidad y de responsabilidad.
Parece claro quien es la culpable de la muerte del bebé.
Pero, ¿es la única responsable?
Si los servicios médicos están sobrecargados, debería haber más personal. También debería haber gente encargada de «vigilar» las acciones de ese personal y otra cuestiones y decisiones.
Además es igualmente responsable quien contrata a una enfermera para un puesto en que no tiene experiencia o formación (solución: más formación, prácticas previas…).
Y, que no se escape nadie, la reducción de puestos de trabajo.

Desgraciadamente y aunque sé que su trabajo debe ser valorado altísimamente y que les deberíamos estar profundamente agradecidos, los propios sanitarios juntado turnos, estando horas y horas hasta agotarse en su mismo puesto para así «juntar días libres» se hacen un flaco favor y bajan la calidad del servicio que pueden prestar.
Eso sí, y que vaya por delante, de los médicos, doctoras, enfermeros/as… sólo nos acrodamos cuando fallan. Y casi siempre aciertan. Más respeto por su profesión.»

 

Ahora os voy a dejar dos artículos relacionados con estos temas:

Cómo funiona la mente de un menor en una violación.

Sanitarios reivindican…

Y un relato muy bestia basado en las últimas violaciones. Leedlo, lo merece.

 

A ver si poco a poco vamos arreglando este  país, que ya no es sólo una manita de pintura lo que necesita, sino apuntalar estructuras y cimentar bien.